Deja de justificarte todo el tiempo – Tu palabra debe ser suficiente 💪
Cada vez que sientes la necesidad de justificar tus decisiones con largas historias o explicaciones repetidas, inconscientemente le dices a las personas: «No estoy seguro de merecer esta posición, así que déjame convencerte.»
Imagina que dices no a una invitación y luego pasas 5 minutos explicando tu horario, tu sueño, tus otros compromisos. ¿Qué comunicas? Que tu «no» es negociable, que no eres firme en tus límites.
«No expliques tu filosofía, encárnala.» – Epicteto
En otras palabras, no hables de quién eres, demuéstralo. Si vives según principios, tus decisiones no necesitan prefacio. Cuando actúas desde la integridad, no debes explicaciones.
El silencio es más fuerte que la sobrecompensación
Los líderes, guerreros y filósofos a lo largo de la historia han entendido esto: la fuerza es tranquila, la convicción es silenciosa. Si quieres que otros respeten tus palabras, deja de envolverlas en relleno. Habla con precisión, entrega tu mensaje con quietud, deja que las personas sientan el peso de tus decisiones, no la justificación detrás de ellas.
«Que todo tu esfuerzo vaya hacia algo, y que ese algo mantenga ese fin en mente.» – Séneca
Escucha la diferencia
En lugar de: «Lo siento mucho, no puedo ir. Tengo esta cosa y luego tengo que ayudar a mi hermano a mudarse y no he dormido mucho. Espero que esto no te moleste, ojalá pudiera ir pero es realmente difícil ahora mismo.»
Prueba esto: «Gracias por invitarme. No puedo ir, pero espero que todo salga bien.»
Eso tiene sentido. Eso es tener fuerza interior. Esa persona no tiene que darle al mundo una tesis por cada decisión que toma.
Tu nuevo estándar
Habla con significado. Renuncia con confianza. No actúes cuando digas no. No te disculpes, solo sé claro. Asegúrate de que tus palabras sean precisas, honestas y se detengan donde deben.
Las personas comenzarán a prestarte atención una vez que dejes de repetir las cosas una y otra vez. Más importante aún, ahí es cuando comenzarás a valorarte a ti mismo.